Tememos la ira e intentamos deshacernos de ella. Incluso no queremos sentirla porque «está mal y no es agradable».
La ira no es más que una energía atascada en el cuerpo y tenemos que volver a ponerla en movimiento. El proceso puede ser tan sencillo como gritar en un cojín (para no alarmar a los vecinos), gritar en el coche, golpear cojines, cortar leña o hacer alguna otra actividad física explosiva.
Combinar la actividad física con el uso de la voz es clave para el éxito del trabajo de liberación de energía. Con demasiada frecuencia, bloqueamos la energía de la emoción en la garganta, ya sea ira, tristeza, culpa, etc. La expresión vocal nos permitirá mover el sentimiento a través de nuestro cuerpo, sin pensar ni juzgar, y finalmente liberar y disipar la energía. Collin Tipping
